El rafting, a parte de ser una actividad de aventura muy solicitada, es una actividad muy educativa en cuanto a metodología y conocimiento sobre qué es, cómo se practica y las medidas que hay que tener y saber para ser un buen monitor en este campo. Por ello, hemos experimentado un día practicando y aprendiendo sobre esta modalidad.
Al llegar al lugar en el cual los monitores del rafting nos estaban esperando, dichos monitores nos dieron la bienvenida y nos dijeron que era imprescindible que nos pusiéramos un neopreno y un casco para asegurar nuestra seguridad. En cuanto nos equipamos con todo lo necesario, nos dividimos en grupos de 8 (contando con el monitor) y nos acercamos a las diferentes embarcaciones. A parte del neopreno y el casco, también tuvimos que llevar un chaleco para mayor seguridad en caso de caer al río.
Antes de coger la embarcación y enfrentarse a los diferentes retos que nos rendía el río, los monitores nos explicaron una serie de normas importantes que debíamos de tener en cuenta y cosas que nos podían pasar como:
- Caer al río: En este caso el sujeto que caía al río debería de buscar el mango del remo de uno de sus compañeros de la embarcación, ya que estos tenían que intentar ayudarlo. En caso de no lograr agarrar la pala, el sujeto debería de dejarse llevar por la corriente siempre intentando mantener una posición concreta (boca arriba, viendo los pies para evitar posibles daños con rocas u objetos submarinos e intentar alejarse de las orillas).
- Evitar y tener cuidado a las ramas u objetos con los que nos pudiésemos hacer daño.
- Hacer caso y obedecer en todo momento a las órdenes del monitor.
Estas eran algunas de las cosas que nos dijeron para concienciárnos de que, aunque esta actividad resultaba ser muy divertida, también era una actividad con cierto riesgo, sobre todo cuando los practicantes son unos principiantes. Después de conocer las normas y todo lo que deberíamos de saber antes de meternos en el río nos pusimos en marcha y nos acercamos a la orilla del río con la embarcación para subirnos y empezar la aventura.
Una foto en grupo antes de comenzar la aventura
Al principio de esta pequeña aventura, todos íbamos un poco con miedo debido a que, aunque sabíamos qué nos íbamos a encontrar gracias a la información que nos dieron los monitores, no sabíamos cómo íbamos a reaccionar nosotros contra las diferentes dificultades del camino.
Debido a esto, nuestra embarcación (formada por: Roy Varela, Lucía, Adrián Paz, Víctor, Diego García, Iván, yo y la monitora) fue la primera en perder un miembro del equipo. El primero en caer al agua fue Adrián Paz, el cual no logró agarrar nuestras palas y tuvo que ser rescatado por los miembros de la segunda embarcación.
Después de recoger al miembro perdido, seguimos avanzando por el río superando rápidos, objetos como piedras y ramas y hasta una presa. Fuimos capaces de recorrer el río y sortear estes obstáculos gracias a que hacíamos caso a las normas que nos indicaba la monitora, que iba dirigiendo la embarcación desde la parte posterior de la misma, siempre en equipo.
A parte de estar en la embarcación y avanzar a través del río Ulla, también tuvimos tiempo de aprender cómo se sube a la embarcación cuando estas en el agua, cómo ayudar a un compañero que está en el río y, hasta nos tiramos a darnos un baño y jugamos con la embarcación en los rápidos dando vueltas e intentando hacer trucos divertidos.
Imagen de algunos compañeros intentando llegar
a su embarcación después de tirarse al agua desde una roca.
Mi conclusión de esta pequeña salida es que se puede aprender realizando actividades divertidas y entretenidas, que no es sólo cosa de libros y de estudiar utilizando los métodos clásicos, sino que también es posible formarse viviendo experiencias únicas.
Aquí os dejo alguna de las imágenes destacadas de nuestra pequeña escapada para que os animéis a vivir esta experiencia tan divertida!